
Ha llovido todo el día. Por dentro y por fuera. La casa ha estado sombría hasta hace poco que tímidos rayos de Sol asomaban por la ventana del dormitorio. Al salir hacia el huerto, el aire fresco me ha sentado bien. Revitalizado.
Ella, me observa con su bonita mirada, esperando ansiosa a que abra la reja, buscando con la trufa rastros y venteos. Al bajar el camino, la tierra abonada y llena de agua me ha hundido un zapato. La bota me ha quedado embarrada.
Hoy el huerto huele a tierra mojada, a tomates, albahaca y menta con higos. A lo lejos el cielo limpio y despejado me deja entrever la montaña y el templo. Las plantas están saludables, llenas de brillo. Un arcoíris suave y difuso aparece. Si la felicidad existe, es esto.
Claudia.