

– ¿De dónde viene la consciencia? – No sé de donde viene, pero al igual que al nacer no venimos del padre y la madre, sino a través de ellos, la consciencia al igual que la vida, viene de más lejos.
– ¿Entonces, para qué sirve? – La experiencia y la consciencia están unidas por un hilo invisible. Cuando a través de lo fenomenológico o lo experiencial se adquiere un aprendizaje vital, queda integrado en la consciencia. La consciencia es irreversible. Lo aprendido nos ayuda a ver de un modo que ya no puede volver atrás. Al integrarlo en el SER, el conocimiento no puede ser eliminado. Lo que ayer no veía, ahora se trasparenta a través de un cristal tan nítido, que en esa ventana ya no puedo ver oscuridad. Donde antes había vacío y sombra, ahora aparece la forma, el color y la luz. Puedo tener otros portales en oscuridad, per esa ventana jamás volverá atrás.
– ¿Y por qué ocurre esto? – Porque la lección fue dada y recibida.
– ¿Cómo se adquiere? – Puede aprenderse racionalmente a través del conocimiento pero sin la vivencia personal, no se integra profundamente. Uno, una, puede leer un libro y vislumbrar la posible lección, pero sin la experiencia individual no puede calar en el Ser lo integrativo. Por eso no sirve leer o recibir un consejo. Es a través de la vida y el propio proceso que aprendo a integrar y elevar mi consciencia.
– ¿Puedo aprender sin sufrir? – Ojalá pudiera ser así. Deseo una humanidad sin sufrimiento, pero es una quimera. El sufrimiento ayuda a profundizar. A ir adentro. Cuando todo va bien, ¿a quién le importa? Cuando me duele, es cuando atiendo. No es una verdad absoluta y hay quién no estará de acuerdo, pero el sufrimiento y el dolor, que no son lo mismo, son grandes propulsores del cambio y para evolucionar hay que estar dispuesta a atravesarlos. Gracias al dolor, hay transformación. Por tanto, cuando siento sufrimiento y dolor puedo estar segura que hay lección y con ello, las lentes a través de las cuales veo el mundo, a través de las cuales percibo la vida, se transparentan y me dejan ver una realidad que antes no podía ver. La Paz y el estado de calma que otorga integrar mis lecciones pendientes, es absoluta. No hay marcha atrás.